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sábado, 24 de febrero de 2018

Neruda, Hollander y la María Celeste.


Pablo Neruda, Julio Verne y las lágrimas de María Celeste
[ Cultura ]
Por Enrique Robertson
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por Nicole Pottier [NMP]


La casa frente al mar adquirida por Pablo Neruda en 1939, ampliada y decorada por él con objetos, muebles y cosas que había comenzado a atesorar allí desde hacía más de una década, fue cedida a fines del año 1951, por el verano que entonces comenzaba, en préstamo y al cuidado de una persona conocida y de confianza del vate. Esa persona era -y debía ser- ajena a las ideas políticas del poeta. Éste requisito, en las circunstancias del momento, era indispensable. Neruda estaba ausente de Chile; exiliado para escapar de la persecución de un ya casi olvidado aprendiz de tirano. Su casa no podía permanecer cerrada por más tiempo o parecer abandonada; el peligro de que cualquier noche fuese saqueada, quemada o destruída, era inminente.

Arturo Aldunate Phillips y su esposa Lucía pasaron en eIla los meses de enero y febrero de 1952. Tanto les agradó el costero lugar, que ese mismo verano compraron un terreno en la vecindad. Y tan pronto como pudieron iniciaron la construcción de una vivienda; que, más que casa, imaginaron barco. La inauguraron a fines de febrero de 1953 bajo el nombre de María Celeste. Y desde entonces fue el María Celeste, si un día era bergantín. Y la María Celeste, si al otro amanecía como goleta. Como la casa de Neruda, el o la María Celeste de los Aldunate Phillips nació mirando al mar. Pero, como precisó el poeta, mirándolo desde la otra punta de la Isla.

Así fue como, hace algo más de medio siglo, se construyó en Isla Negra un bergantín goleta que no era tal, en la otra punta de una isla que tampoco era isla ni tenía puntas. Éste si es no es, -que puede ser o no ser- es la característica principal de lo que aquí relataremos.

En su libro de recuerdos Mi pequeña historia de Pablo Neruda, Aldunate Phillips cuenta la historia de ambas casas; y relata cómo y por qué, durante 40 años, mantuvo una estrecha, leal e inalterable amistad con el poeta.

Esa amistad se inició en 1939, cuando Neruda volvió de Francia a Chile y buscó por todo Santiago al personaje que un par de años antes, el 26 de junio de 1936, en la Posada del Corregidor y en el marco de las actividades de la Sociedad Amigos del Arte, había dado una charla titulada El nuevo arte poético y Pablo Neruda. Había sido él, Arturo Aldunate Phillips, quién dió esa exitosa charla, repetida poco después en forma de conferencia en el Salón de Honor de la Universidad de Chile (1).
Por eso era que Pablo Neruda quería conocerle personalmente.


Poco después, el poeta volvió a buscarle. Ésta segunda vez llegó a pedirle apoyo para tramitar ante don Carlos G. Nascimento un asunto relacionado con un proyecto editorial. Esperaba, claro, acordar con él la edición de un libro. Pero además quería obtener del editor, al firmar el contrato, un inmediato adelanto que le permitiese financiar la urgentísima compra de una casa a medio construir, que se vendía entre el puerto de San Antonio y las playas de Algarrobo. Se trataba naturalmente de la que ya hemos mencionado, que con los años se transformaría en su famosa casa de Isla Negra. La casa -y, sobre todo, su entorno- había de tal modo fascinado a Neruda, que por ningún motivo quería perder la oportunidad de comprarla. Aldunate Phillips logró mediar positivamente entre su reciente amigo y don Carlos Nascimento. Resultó de ello un acuerdo, en el que el mismo Aldunate Phillips se comprometía y que hacía posible el milagro financiero; 30.000 pesos en adelanto por los derechos de la edición de una selección de poemas -que vino a editarse finalmente en 1943- hicieron realidad el sueño del vate. La mediación del ingeniero Aldunate Phillips no ha de haber sido necesaria sólo porque 30.000 pesos de la época eran una nada despreciable suma; sino también porque Don Carlos no podía decidir tan extraordinarias condiciones para un libro de poesía, sin antes contar con la aprobación de su socio principal, un ingeniero también. Lo que debió primar para que éste colega de Aldunate -escritor además, y editor de vocación- sin vacilar se manifestase de acuerdo, ha de haber sido su muy fino sentido del
humor. Raúl Simón, que así se llamaba, firmaba como César Cascabel sus celebrados artículos humorísticos en el diario La Nación. Con su nom de plume, Raúl Simón homenajeaba a Julio Verne, francés como sus progenitores. Como todo buen lector de Julio Verne sabe, César Cascabel es el personaje protagonista de la novela del mismo nombre (1890). Quede ésto dicho, como pretexto para mencionar por primera vez a Julio Verne en ésta cascabeleante anti-investigación.

En 1953, una década después de la aparición de la selección de poemas nerudianos que estuvo a su cargo, se hizo realidad el sueño de la veraniega casa-barco en Isla Negra del prologuista de aquella edición tan curiosamente gestada. Por qué Aldunate Phillips le dió el nombre de María Celeste a su casa, no queda explicado en su libro de recuerdos. Su lectura, que prueba que Neruda no estuvo en la fiesta de bautismo e inauguración, no deja entrever indicios que permitan sostener que fue el poeta quién se lo sugiriera. Resulta incluso posible, que lo contrario haya sucedido. Pero es más probable que la misteriosa historia del navío María Celeste fuese conocida de Neruda desde antes de saber que Aldunate Phillips había bautizado su casa con ese nombre. Legendaria desde el comienzo, esa enigmática historia -como la de El Holandés Errante o la de El Caleuche chileno- reaparece fantasmalmente de tiempo en tiempo -en revistas, diarios y libros- especialmente cuando se conmemora alguna fecha relacionada con ella. Como nadie ignora, enigmas de ese tipo fascinaban a Neruda. Sin saber si es o no es pertinente, diremos que Neruda escribió El fantasma del buque de carga en 1932, año en que se conmemoraba el sexagésimo aniversario del inexplicable misterio del María Celeste. El enigmático caso dió mucho que hablar en todos los puertos del mundo; y dió lugar a muchas especulaciones. Algunas de ellas las hicieron autores que Neruda leía. Tal es el caso de Sir Arthur Conan Doyle que escribió su propia versión y solución del misterio en 1884; dato que también importa mencionar aquí porque Neruda fecha los hechos relacionados con el buque de carga María Celeste en 1882, orientándose en el relato de Conan Doyle. Lo cierto es que la verdadera historia aconteció diez años antes. Más pruebas de que Neruda se interesó por ese gran misterio de los mares, son fáciles de encontrar en sus memorias; y también en Isla Negra. Allí está el tan bello y conocido mascarón de proa que lleva ese nombre. Hay también pruebas de menor volúmen, que están envasadas en botellas herméticamente selladas: los barquitos. Antes de proseguir, para entendimiento de lo que plantearemos después, mencionaremos dos datos periodísticos fechados en noviembre de 1922. El uno recordó en varios semanarios de la época, que se cumplía medio siglo desde que el María Celeste zarpara el 7 de Noviembre 1872 del puerto de Nueva York. Pocos días después, en alta mar, el capitán, su esposa e hija, y todos los miembros de la tripulación, desaparecieron misteriosamente de esa nave; inexplicablemente y sin dejar huella alguna.



Y el otro, que el 14 de Noviembre 1889, y también desde Nueva York, había emprendido su sensacional viaje alrededor del mundo la joven periodista Nellie Bly. El motivo para rememorar el famoso viaje de Nellie Bly en las noticias destacadas de 1922, fue que ese año había fallecido la destacada pionera del periodismo femenino. Faltando aún toda una década para la llegada del siglo XX, Nellie Bly dió la vuelta al mundo en 72 días, superando sola y en carne y hueso -sobre todo esto último, porque regresó a su punto de partida con un pié fracturado- el literario récord de Phileas Fogg y su criado Passepartout, famosos personajes del no menos famoso Julio Verne; autor que queda así mencionado aquí por segunda, pero no por última vez.

Dicho lo anterior, retomaremos el hilo relatando una anécdota que cuenta Aldunate Phillips en su pequeña historia de Pablo Neruda; se trata de una que, en el gran anecdotario nerudiano, solamente él ha contado.

Arturo Aldunate Phillips recuerda que años después de la construcción de su casa -no cita la fecha exacta, pero como en su texto hay un claro antes y después del quinto aniversario de su María Celeste, celebrado en 1958, se puede deducir que fue un poco antes- Pablo Neruda le invitó para mostrarle un mascarón de proa que había sumado a su colección. Era, dice, la hermosa imágen tallada en madera de una joven cuyo rostro tenía un parecido con el de Lucía, su esposa.

El vate llamaba María Celeste a esa figura, explicándole que cuando así la bautizó ignoraba que su casa barco tenía el mismo nombre. Considerando que lo lógico sería que pasase por eso a poder suyo, Neruda le habría hecho la oferta de cedérsela a cambio de un cuadro que él poseía: un simbólico óleo llamado Los atributos del hombre, cuadro por el que ya anteriormente el vate había mostrado gran interés. La historia deriva en detalles relacionados con defunciones y herencias. Pero en resúmen: no se llegó en esa ocasión a un acuerdo de trueque del cuadro por la mascarona, y cada cual se quedó con lo suyo.

No tenemos por qué poner en duda lo que en su libro relata Aldunate Phillips. Pero sosteniendo, también sin duda alguna, que ha de haberse tratado de otra figura; y no de la enigmática, conocida, envidiada y más bella de todas las mascaronas de proa, la nombrada María Celeste en la colección nerudiana. De eso no puede caber a nadie ni la menor duda. Porque nuestra afirmación tiene un fortísimo sostén; que salta a la vista con sólo mirar la ilustración de la portada del libro de Aldunate
Phillips. 
La fotografía de la mascarona que él allí identifica como María Celeste -repitiéndola en la página 160- permite comprobar de inmediato que no es ella. La figura que él identifica como María Celeste es Jenny Lind, el ruiseñor de Suecia, la amada de Hans Christian Andersen.

¿Por qué esa confusión?. Ah!. Misterios nerudianos. El evidente parecido de las facciones de Lucía de Aldunate con las de esa figura, que incluso hace malpensar que hubiese sido tallada así a propósito, es una rara curiosidad que no debió escapar a la observación del poeta. Ello explicaría por qué Neruda estuvo dispuesto a cedérsela a cambio del cuadro. La, llamémosla por ahora "la auténtica", María Celeste -que, como veremos, aún no poseía- no la habría cambiado él por ningún tesoro del mundo.

¿Cabría la posibilidad de que la verdadera María Celeste fuese aquella con la que Arturo Aldunate Phillips ornó en 1979 la portada de su pequeña historia; es decir, (Lucía) Jenny Lind?. Esa pregunta se puede contestar con un rotundo no. Un no, válido por lo menos a partir de comienzos de los años sesenta. Porque en Una casa en la arena, editado en 1966 en Barcelona, la María Celeste que aparece allí retratada en todo su esplendor, es la que conocemos con ese nombre; la mascarona más querida e historiada de toda la colección del poeta. Dice el poeta, en éste libro suyo, muy anterior al de Aldunate Philips:

"Alain (2) y yo la sacamos del mercado de las Pulgas donde yacía bajo siete capas de olvido. En verdad costaba trabajo divisarla entre camas desmanteladas, fierros torcidos. La llevamos en aquel coche de Alain, encima, amarrada, y luego en un cajón, tardando mucho, llegó a Puerto San Antonio. Solimano (3) la rescató de la aduana, invicta, y me la trajo hasta Isla Negra. Pero yo la había olvidado. O talvez conservé el recuerdo de aquella aparición polvorienta entre la ferraille. Sólo cuando destaparon la pequeña caja sentimos el asombro de su imponderable presencia.

Fue hecha de madera oscura y tan perfectamente dulce! Y se la lleva el viento que levanta su túnica! Y entre la juventud de sus senos un broche le resguarda el escote. Tiene dos ojos ansiosos en la cabeza levantada contra el aire. Durante el largo invierno de Isla Negra algunas misteriosas lágrimas caen de sus ojos de cristal y se quedan por sus mejillas, sin caer. La humedad concentrada, dicen los escepticistas. Un milagro, digo yo, con respeto.

No le seco sus lágrimas, que no son muchas, pero que como topacios le brillan en el rostro. No se las seco porque me acostumbré a su llanto, tan escondido y recatado, como si no debiera advertirse. Y luego pasan los meses fríos, llega el sol, y el dulce rostro de María Celeste sonríe suave como la primavera. Pero, ¿por qué llora?".

En Confieso que he vivido, agrega:
"Yo tengo mascarones y mascaronas. La más pequeña y deliciosa, que muchas veces Salvador Allende me ha tratado de arrebatar, se llama María Celeste. Perteneció a un navío francés, de menor tamaño, y posiblemente no navegó sino en las aguas del Sena. Es de color oscuro, tallado en encina; con tantos años se volvió morena para siempre. Es una mujer pequeña que parece volar con las señales del viento talladas en sus bellas vestiduras del Segundo Imperio. Sobre los hoyuelos de sus mejillas, los ojos de loza miran el horizonte. Y, aunque parezca extraño, estos ojos lloran durante el invierno, todos los años. Nadie puede explicárselo. La madera tostada tendrá talvez alguna impregnación que recoge la humedad. Pero lo cierto es que estos ojos franceses lloran en invierno y que yo veo todos los años las preciosas lágrimas bajar por el pequeño rostro de María Celeste".

Y reitera en Para nacer he nacido, mirando quizá una fotografía que en 1964 aparece en Genio y Figura de Pablo Neruda (Margarita Aguirre) "...de este largo cajón parecido a un ataúd sale un dulce rostro de mujer, altos senos de madera que cortaron el viento, unas manos impregnadas de música y salmuera. Es una figura de mujer, un mascarón de proa. La bautizo María Celeste porque trae el misterio de una embarcación perdida. Yo encontré su belleza radiante en un bric à brac de París, sepultada bajo la ferretería en desuso, desfigurada por el abandono, escondida bajo los sepulcrales andrajos del arrabal. Ahora, colocada en la altura navega otra vez viva y fresca. Se llenarán cada mañana sus mejillas de un misterioso rocío o lágrimas marinas".

Esas lágrimas, su frase: "La bautizo María Celeste porque trae el misterio de una embarcación perdida ", y un párrafo de un artículo suyo aparecido en 1966 en la revista Ercilla y después en Confieso que he vivido: "El maestro Hollander me deleitó también haciendo para mí dos versiones de la María Celeste que desde 1882 se convirtió en estrella, en misterio de los misterios" nos incitaron a anti-investigar estos enigmas, pero sobre todo esas lágrimas...

También influyó el que en parte conociésemos la historia del barco y la versión fabulada por Conan Doyle. Y también porque conocimos al maestro Holländer. Aclararemos primeramente ésto último, haciendo gratos recuerdos a la manera de Aldunate Phillips:


Al sur de Concepción, cruzando el Bío Bío y siguiendo hacia la Zona del Carbón, en el Golfo de Arauco a orillas del mar, entre Lota y Schwager, está Coronel.Allí, en la calle Los Carrera 254, vivió hasta comienzos de los años 60 el pintor don Tulio García París con su esposa la señora Norma Albisini -Asistente Social de los mineros del carbón- una hija y un hijo. Éste último fue compañero de estudios del autor de éstas líneas en la Universidad de Concepción. La casa de los García Albisini fué una de las pocas que, en esa sufrida calle Los Carrera, no resultó dañada por el terremoto de mayo de 1960.
Ello permitió que los cuadros del pintor, sus dibujos, sus libros y objetos, que tenía en gran número en esa casa, se salvasen del cataclismo como si poco o nada hubiese sucedido. Para alegría de Don Tulio, cuyo interés por todos los aspectos de la cultura era -es, puesto que está vivo- inagotable. Por muchos años, e inmejorablemente, representó él, en Coronel y toda la zona, a la intelectualidad de su partido. La importancia político-social de la Zona del Carbón, hacía posible que a Coronel llegasen visitas de gran importancia. Justo al lado de la casa de Don Tulio, en una casona que muchísimos años antes se llamó Hotel La Bomba que sufrió las consecuencias del sismo de tan mala manera que después tuvo que ser demolida, estaba el Bar Restaurante Hidalgo, perteneciente a un republicano español de gran actividad política. Allí, en ese Bar que ya no existe, estuvo el gran pintor mexicano Diego Rivera, el poeta Pablo de Rokha y mucha otra gente interesante. Neruda estuvo en el Bar Hidalgo más de una vez. Una de ellas se hizo acompañar por don Tulio García hasta una modestísima vivienda ubicada a unos 800 metros del Bar, en una angosta callejuela de arena apisonada que, sin ser una continuación, era, al límite sur de Coronel, una especie de prolongación peatonal de la Calle Los Carrera. En las ventanas de esa casita, utilizadas a modo de vitrina, se exhibían para su venta unas manualidades que maravillaban al poeta: los barcos que con increíble maestría construía dentro de botellas don Carlos Hollander. Allí vimos una vez al maestro.
Neruda le compró toda una flota al maestro Hollander. Y, como habían conversado en cada visita que le hizo, un día resumió todo lo que sabía de él y escribió un artículo que publicó en una revista de gran difusión; el poeta presentó a don Carlos a todo Chile. Además, una vez le hizo un doble encargo: construir un barco muy especial, el María Celeste, dos veces. Por qué y para qué quería tener el María Celeste por partida doble?; Neruda no lo explicó. Y nunca nadie se lo preguntó. Don Tulio tampoco. Acaso fuese para cambiar una, por otra vista por ahí. Pero, si así fue, el trueque no se llevó a cabo; las dos botellas idénticas están en Isla Negra. Podría decirse que, tallada o embotellada, la María Celeste no se dejaba cambiar de buenas a primeras. Don Carlos Holländer contruyó dos veces la miniatura en el interior de una botella, sin saber si era igual a la original. Porque, al no disponer de fotos u otros datos gráficos de la nave, hubo de atenerse a descripciones; procurando que tridimencionalmente le resultasen miniaturas que se viesen como probablemente se vió la María Celeste del gran misterio de la
mar.
 
Lo mismo vale para un grabado conocido desde hace muchas décadas; y también para los sellos de correos de Gibraltar que muestran su presunta imágen. Así reproducida, la María Celeste es y no es. En Gibraltar se examinó la nave. Tratándose de exámenes que pretendían aclarar aspectos judiciales y criminalísticos, fueron protocolados minuciosamente por escrito. Se describe la nave de proa a popa y de babor a estribor; en dichos protocolos no hay mención alguna de que su proa estuviese adornada con un mascarón. Es decir, carecía de adornos de ese tipo.

Ésto no debe hacernos pensar que Pablo Neruda asegurase lo contrario; o que pretendiese hacer creer que él poseía en su colección, la mascarona de proa de aquel navío. Nada de eso. En los párrafos citados anteriormente queda clarísimo que descubrió esa muñeca de madera en una parisina Brocanterie del mercado de las pulgas; y que pensó -o puede que así se lo dijese el comerciante que se la vendió- que había ornado en tiempos pasados la proa de una embarcación fluvial del Sena, una nave desaparecida para siempre. Tal vez fuese eso lo que más le interesó. Las naves de río tienen importancia en la biografía del poeta; a bordo de una de ellas descubrió el mar.



Desde Carahue a Puerto Saavedra navegó Neruda antes de ser Neruda; y después también.

Eran embarcaciones que carecían de mascarones; pero tenían ojos. El Saturno, por ejemplo, devoraba con sus ojos de proa, al flacuchento y soñador adolescente que esperaba ansioso en el muelle, unas cartas que quizá viniesen a bordo. Y si no era el Saturno, era el Cautín; o el Naguilán; o la Estrella del Sur. Pero el Saturno fue el que le hipnotizó con sus ojos. Por eso nunca lo olvidó, aunque no haya muchas pruebas de ello. Después del terremoto de 1939, la navegación fluvial por el río Imperial, desde Carahue a Puerto Saavedra, se redujo a un mínimo; y luego desapareció con todas sus naves. Incluso El Estrella del Sur desapareció; de nada le valió que llevase el nombre de una novela que Neftalí Reyes o Pablo Neruda leyó un verano en Puerto Saavedra*: La Estrella del Sur, de Julio Verne.

Volvamos a lo que nos ocupaba: al mascarón llamado María Celeste. Sarita Vial y Alain Sicard coinciden en señalar que esa figura de madera descubierta en París, debió llegar a Isla Negra en los primeros años de la década del sesenta. Alain Sicard, amabilísimo como siempre, confirma lo dicho por Neruda en Una casa en la arena y responde a nuestra pregunta acerca de "aquel coche suyo" diciéndonos que era su Renault cuatro cuatro de entonces, nada lujoso pero cómodo para ese tipo de menesteres. Sarita(4), por su parte y con su sin par simpatía, nos cuenta que, orgullosísimo, Pablo Neruda le presentó a la recién llegada María Celeste en Isla Negra, que de inmediato ocupó un especial lugar en su casa. Nadie sabe cómo se llamó en Francia la muñeca de oscura madera, y de ojos de porcelana que a veces lloran. El hecho es que Neruda la bautizó -o rebautizó- María Celeste en Isla Negra.Sin que ello signifique que el desguazado barco de cuya proa se la desmontó para que, después de quizá qué peripecias, fuese a dar al mercado de las pulgas de París y desde allí a Chile, haya tenido que llamarse también María Celeste. Tampoco la figura de su colección que (¿después de haberse llamado María Celeste?) lleva el nombre de Jenny Lind,perteneció al barco que llevó ese nombre; el poeta se tomó la poética libertad de llamarla así, aunque poco parecido tenía con la famosa sopranista; de la que Hans Christian Andersen se enamoró perdidamente. La auténtica figura de proa, hecha a imágen y semejanza de Jenny Lind, el ruiseñor de Suecia, existe. Sí; existe y está a buen recaudo en un Museo que no es el de Isla Negra. Neruda debía saberlo; pero, como poeta, tenía licencia para bautizar o rebautizar sus juguetes, casas, amores, etc., tal y como se le diese la lúdica y poética gana. Creemos, por ejemplo, no equivocarnos al decir que si bautizó Isla Negra a Isla Negra, fué porque cuando visitó el lugar por primera vez, más que la casa fue el paraje lo que le fascinó, al recordarle vivamente el lugar desde el que algunos años antes, en oriente, como un Sandokán en Mompracem, veía la Isla de Sumatra; en una de las cartas que desde allá envió a Eandi, denomina Isla Negra a Sumatra.

De tanto divagar y elucubrar acerca de éstas y otras cosas, y de consultar una y otra fuente de información e imaginación, no nos dimos cuenta hasta mediados de noviembre de que el año 2005 tocaba a su fin. Ésto transformó todo el asunto en una urgencia. Porque el 2005 es el año de Julio Verne!. Era necesario pues, escribir y publicar, en lo que restaba de año, ésto que ahora el sufrido lector está leyendo.

Revelaremos pues, para terminar, qué queremos decir con ésto. Señoras y señores: sumándonos a los homenajes rendidos éste año a Julio Verne (en ocasión del Centenario 1828-1905/ 2005), vamos a dar a conocer el nombre original de la bella figura de madera que Pablo Neruda, cuando la sacó de la caja en la que había cruzado los mares para llegar a su destino en Isla Negra, rebautizócon el nombre María Celeste. No nos vamos a extender en detalles relacionados con los métodos empleados para llevar a feliz término ésta holmesiana anti-investigación; el tiempo apremia y la contundente prueba gráfica que ofreceremos, habla por sí sola. La nerudiana figura de proa de una embarcación del Sena, que en la colección de Isla negra se llama María Celeste, llevó en Francia el nombre de una dama muy joven y bella -además de muy valerosa- que visitó un día en su casa de Amiens a Julio Verne para comunicarle que estaba dando la vuelta al mundo al igual que Phileas Fogg; pero muy segura de poder hacerlo sola y en menos de ochenta días. Y, puesto que efectivamente lo logró, se hizo famosísima en su tiempo; aunque hoy ya casi nadie recuerde su extraordinaria aventura. Con su nombre se bautizaron locomotoras, barcos, coches y otros medios de transporte: Nellie Bly. Éste nombre, tomado de una canción del popularísimo autor de Oh, Susana, cuyo nombre tampoco recuerdan muchos, fue el nom de plume de Elisabeth Cochrane; jovencísima periodista del New York World, el famoso diario de Joseph Pulitzer. Su nombre de familia hace pensar que Nellie Bly pudiese tener un parentesco con Lord Cochrane, pero no es así. Por cierto, Julio Verne nombra a -nuestro- Lord Cochrane en el capítulo III de El Archipiélago en Llamas, publicada junto a La Estrella del Sur. Pero eso corresponde a otra historia, que nada tiene que ver con la que ya estamos terminando de relatar.

El regreso de Nellie Bly a New York, el 25 de enero de 1890, fue celebrado en Broadway apoteósicamente. No era para menos: Nellie había tardado 72 días, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos en dar la vuelta al mundo!!. 



La espectacular noticia llegó por cable a Amiens ese mismo día; y le fue comunicada de inmediato a Julio Verne.

En Francia, un artista, cuyo nombre hoy ya no se conoce, talló magistralmente, en madera de encino de Amiens, un bellísimo mascarón de proa para una embarcación fluvial francesa, en homenaje a esa joven, casi una niña; y a Julio Verne.

La figura tallada a imágen y semejanza de Nellie Bly, resultó de un parecido asombroso. Muchos años después, en un lejano país, la figura lloraría; porque todo aquello que le dió fama un día, cayó en el olvido. Y porque el barco fluvial cuya proa ornó, desapareció del río para siempre. Y, sobre todo, porque allí, en el otro extremo del mundo, aunque muy querida y admirada, la llamaban -quizá también para siempre- con un nombre que no era el suyo: María Celeste.

Por eso lloras, Nellie Bly!


© Enrique Robertson.
Diciembre de 2005.



NOTAS

(1) Publicada posteriormente en forma de libro por Editorial Nascimento.

(2) Prof. Alain Sicard. Gran estudioso de la obra y amigo de Neruda. Poitiers, Francia.

(3) Manuel Solimano, `el gran cacciatore'; genovés chileno, gran amigo de Neruda.

(4) Sarita Vial. Poetisa y periodista. Autora de Pablo Neruda en Valparaíso, gran amiga del vate.

(*) ...yo me nutría de Salgari y Julio Verne en Puerto Saavedra (P.Neruda, entrevista BBC Londres).




Principales Obras consultadas:

- Obras Completas de Pablo Neruda. Tomos I -V. (a cargo y con notas del Prof.Hernán Loyola).

- Las Furias y las Penas. Tomos I y II. David Schidlowsky.

- Obras Completas de Julio Verne.

- Mi pequeña historia de Pablo Neruda, Arturo Aldunate Phillips Santiago, Editorial Universitaria, 1979




Rescatado desde web.archive.org, 2018.
Originalmente en: http://espanol.agonia.net/index.php/article/155333/index.html
JMH.

sábado, 17 de febrero de 2018

Rostros de Coronel

 Este blog está dedicado a la publicación de fotografías de los habitantes de Coronel y su propósito es mantener vivo su recuerdo. En muchos casos las fotografías obtenidas y publicadas sólo significarán rostros de personas cuyos nombres desconozco, al respecto, espero contar con el apoyo de mis lectores para identificarlos, eso ayudará a recordarlos y traerlos de vuelta desde la niebla del olvido.
Postal Carlos Brandt, siglo XIX. Circulada en correos 1908.

Este blog está dedicado a la publicación de fotografías de los habitantes de Coronel y su propósito es mantener vivo su recuerdo. En muchos casos las fotografías obtenidas y publicadas sólo significarán rostros de personas cuyos nombres desconozco, al respecto, espero contar con el apoyo de mis lectores para identificarlos, eso ayudará a recordarlos y traerlos de vuelta desde la niebla del olvido.

Si dispone de fotografías de los antiguos habitantes de la ciudad y desea publicarlas en el blog, por favor agregue un comentario. Muchas gracias.

http://rostrosdecoronel.blogspot.cl/

sábado, 21 de diciembre de 2013

SMS Dresden

http://millalonco.blogspot.cl/2013/12/en-la-senda-del-dresden.html

Conmemoración de la Batalla de Coronel, 1 de noviembre de 1914 - 1 de noviembre de 2014



https://youtu.be/-bdiYsdvvIk

miércoles, 18 de diciembre de 2013

En la Senda del Dresden


La Municipalidad de Coronel conmemorará el Centenario de la Batalla de Coronel, acción naval entre las flotas del Almirante Christopher Cradock y el Vicealmirante Maximilian von Spee, de la Royal Navy y Kaiserliche Marine, respectivamente. El evento histórico, ocurrió el 1º de noviembre de 1914 y su desenlace trajo como consecuencia la pérdida de los acorazados "Good Hope" y "Monmouth" y unos 1.600 marineros ingleses, entre ellos los primeros seis canadienses muertos en combate durante la Gran Guerra.
Entre los barcos que participaron de la batalla, estaba el SMS Dresden, comandado por el Capitán Fritz Emil Lûdecke. Junto a su tripulación y barco, Lûdecke protagonizará una apasionante aventura, que ha sido objeto de muchos libros y relatos, donde se narran los movimientos de un puñado de hombres que, faltos de provisiones, combustible y bastimentos, aislados de todo camino a la madre patria, enfrentados a la flota inglesa que los persigue implacablemente, se dan maña para sobrevivir en los canales del sur de Chile, después de haber enfrentado a la poderosa flota del Almirante Sir Doveton Sturdee que echó a pique a toda la flota alemana, el 8 de diciembre de 1914, excepto al SMS Dresden.
La exposición anunciada, marca el inicio de la conmemoración del Centenario de la Batalla de Coronel.
La familia Schüssler asiste a la exposición en la Casa de la Cultura de Coronel.
Foto: Yhony Camus

Hace poco, gracias a una información de Alex Schüssler, descendiente de un tripulante del SMS Dresden que decidió quedarse en Chile, supe del siguiente vínculo en Alemania y que contiene abundante información sobre el barco y su tripulación:

http://www.kleiner-kreuzer-dresden.de/

LA BATALLA DE CORONEL

El 1 de noviembre de 2014 se conmemoró en la ciudad de Coronel el Centenario de esta acción naval, que contó con la participación de las Embajadas de Gran Bretaña, Alemania y Canadá, en un acto organizado por la Armada de Chile, la Ilustre Municipalidad de Coronel  y los agregados de Defensa de las embajadas mencionadas. En esa oportunidad, se publicó un libro cuya tapa se expone a continuación.


La publicación se hizo en alemán, inglés y español, con un tiraje de 1.000 ejemplares.


William y Celine Francklin, familiares del Capitán Philip Francklin del HMS Good Hope, junto al monumento a la Batalla de Coronel en la Plaza 21 de Mayo.


El autor del libro autografiando ejemplares para los invitados extranjeros en la ceremonia de conmemoración, en el Club La Posada de Coronel.


El Coronel de Ejército Inglés Angus MacLeod, Agregado de Defensa de la Embajada de Gran Bretaña y el autor del libro José Miguel Hidalgo Alarcón.

Ceremonia y Desfile Militar Centenario de la Batalla de Coronel


Izamiento de Pabellones Nacionales.

Familiares de los caídos en la Batalla de Coronel.

Discurso del Coronel Lothar Likus, Agregado de Defensa de la Embajada de Alemania.

Discurso del Coronel Angus MacLeod, Agregado de Defensa de la Embajada de Gran Bretaña.

Ofrenda floral de la Embajadora de Gran Bretaña, Sra. Fiona Clouder.

Ofrenda floral del Sr. Jens Lutkenherm, Ministro Consejero de la Embajada de Alemania.

Ofrenda Floral de la Embajadora de Canadá, Sra. Patricia Fuller.

Desfile Militar.
Desfile de la Armada de Chile.
Gaiteros junto al Monumento Conmemorativo a la Batalla de Coronel.

Sobre la Batalla de Coronel



Nuevo libro sobre el SMS Dresden:

http://www.kleiner-kreuzer-dresden.de/html/aktuelles.html







viernes, 18 de mayo de 2012

Estación de Coronel

Estación de FFCC de Coronel, 1938

Chile: La Tercera. Estación de Coronel

      31 de Agosto de 1997 OPINIóN
      CORREO  

Estación de Coronel

Señor director:
La Asociación Chilena de Conservación del Patrimonio Ferroviario (ACCPF) de
Concepción, se hace un deber comunicar a la opinión pública su profundo
desacuerdo y malestar por la demolición de la centenaria estación de
ferrocarriles de la ciudad de Coronel, la que está siendo efectuada por una
empresa del rubro proveniente de Santiago y contratada por la Empresa de
Ferrocarriles del Estado (EFE).
Nuestra molestia es aún mayor, dado que dicho inmueble había sido solicitado en
comodato por la Municipalidad de Coronel, con la finalidad de desarrollar en él
un proyecto cultural, como se publicó en el diario Crónica de Concepción el 15
de julio pasado.
Especialmente chocante resulta recordar, además, las declaraciones del
coordinador zonal de EFE, señor Eduardo Salgado, quien descartó la posibilidad
de demoler la estación, señalando que la gerencia de su empresa estudiaba
traspasar el inmueble en comodato al referido municipio, en circunstancias que
al día siguiente se inició la demolición.
Por esto, nos llama la atención la liviandad y falta de veracidad que se
desprende de las actuaciones de las autoridades responsables de EFE.
Por lo anterior, no nos queda más que reiterar nuestro más enérgico rechazo a
esta y a cualquier otra destrucción de nuestro patrimonio histórico y formular
un vehemente llamado a todas nuestras autoridades, en el sentido de evitar,
decididamente y por todos los medios, que situaciones tan lamentables como ésta
se repitan.
Mauricio Del Valle A. , representante de la ACCPF en Concepción; Alvaro Herrera
L. , secretario


Un poco de historia:
 
Entre los inventos que permitieron el rápido desarrollo de la cuenca del carbón, estuvo el ferrocarril. Los trabajos de unir Coronel con Concepción se habían iniciado antes de 1886, pero culminaron el 23 de Diciembre de ese año, con el viaje prueba de un convoy de 91 toneladas. La empresa había sido acometida por el Sr. William Hicks, Gerente de "The Arauco Ltd." Y el Sr. Eduardo Manby, ingeniero de la firma constructora. El hecho fue muy destacado por la prensa sudamericana de la época.
Finalmente, el 2 de Enero de 1890, a las 13:15 horas de la tarde, dos carros de pasajeros, arrastrados por la locomotora "Concepción", cruzaban el ancho río Bío Bío, concluyendo con el aislamiento de la zona carbonífera, sujeta para entonces al transporte de diligencias que llegaban a San Pedro y un transbordo en balsas hasta Concepción.
Años antes, en 1887, luego de un cambio de la primera ubicación, originalmente al sur de Coronel, se designó el lugar donde quedaría la hermosa estación de ferrocarril de "The Arauco Ltd.". Esa verdadera joya entre las estaciones de trenes de la época, pasó en 1919 a ser propiedad de la Compañía Carbonífera Los Ríos de Curanilahue, y se rebautizó como el ferrocarril: "Ferrocarriles de Concepción a Curanilahue".
Entrado el medio siglo, la estación y ferrocarril pasaron a la administración de Ferrocarriles del Estado. Desde entonces la estación comienza a sufrir una lenta y constante agonía y desmantelamiento. En la década de los ochenta, el ruinoso estado del segundo piso, maravilloso recuerdo de la arquitectura colonial inglesa, obligó a su cercenamiento. Poco después desaparecieron las bodegas y habitaciones de servicio situadas hacia el eje norte de la vía férrea.
La demolición final ocurre el año 1999. Hoy restan unas pocas piezas que nada nos hablan de su esplendor primitivo. Pareciera que la ciudad no tiene voluntad para darle mejor destino y utilidad a sus edificios con historia, y en Coronel, quedan muy pocos.
jmh.

viernes, 16 de marzo de 2012

Los Negros de Tryal


Esta es una historia que ocurrió en la Isla Santa María, cuando Coronel era sólo un nombre misterioso para nombrar a un punto geográfico singular donde las piedras humeaban y salía fuego sulfuroso de entre las fisuras de la tierra.
La historia:
http://apuntesdemillalonco.blogspot.com/2008/09/los-negros-del-tryal.html

Comercio de Esclavos:
http://www.ebj-prof.net/DESCUBRIR/esclavos/ComercioTrian.htm

Un motín de película, "Amistad":
http://jesusangelglez.blogspot.com/2008/12/motn-en-el-barco-negrero-amistad.html

lunes, 30 de enero de 2012

Coronel en 13 Postales

Coronel: Pabellones Obreros, circa 1920.

Coronel, VIII Región del Bío Bío, Chile, Postales Antiguas.
http://www.chilecollector.com/archwebpost00/archwebpostcity01/coronel_lota_lebu_contulmo_01.html

sábado, 2 de abril de 2011

Historia del Cine-Teatro de Coronel


El Teatro-Cine de Coronel cumple 70 años el 3 de abril de 2011. En el vínculo, apuntes sobre su historia.

http://apuntesdemillalonco.blogspot.com/2011/04/historia-del-cine-teatro-de-coronel.html

martes, 13 de abril de 2010

Coronel: ca. 1900


Otra vista de la línea de ferrocarril que terminaba en un muelle en la playa de Coronel.

Coronel: ca. 1900

Calle Manuel Montt, vista desde las proximidades del actual mercado.
Nótese la locomotora en la zona superior izquierda. Hasta hace poco el soporte de la línea de ferrocarril aún era observable desde la esquina de Serrano. El terremoto del 11 de febrero pasado, terminó por echar todo en el suelo.
La presente postal confirma lo que fue la explotación minera en los cerros aledaños al centro de Coronel.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Batalla de Coronel y los Papagayos del Glasgow


Un suceso poco conocido y vinculado a la Batalla de Coronel es el interesante relato de Don Germán Bravo Valdivieso, Historiador.
Al momento de detectarse la presencia de la flota alemana en el Pacífico sur, el Almirantazgo Inglés convocó a sus unidades para ubicar y hundir la flota enemiga. Entre los barcos reunidos estaba el Glasgow, a la sazón en Brasil, preparando su regreso a Inglaterra después de un largo período de servicio en ultramar y patrullaje de las vías marítimas del Atlántico sur.
Los tripulantes habían comprado una buena cantidad de papagayos, los que fueron involuntariamente enrolados al servicio de su majestad y conducidos a un incierto destino que les esperaba en las costas de Coronel frente a la Isla de Santa María, un 1° de Noviembre de 1914.
He aquí el relato:

http://apuntesdemillalonco.blogspot.com/2009/02/los-papagayos-del-crucero-glasgow.html
La Batalla de Coronel
http://millalonco.blogspot.com/2008/10/la-batalla-de-coronel-1-de-noviembre-de.html

jueves, 22 de enero de 2009

Mapas: Historia del Mundo

Mapas históricos y actualizados de todas las grandes civilizaciones mundiales.
Datos de los países.


http://www.fsmitha.com/maps.html

martes, 28 de octubre de 2008

La Batalla de Coronel: 1 de Noviembre de 1914


















El primer día de noviembre de 1914, día de Todos Los Santos, la ciudad de Coronel presenció la batalla naval entre la flota imperial alemana y la marina británica. Un suceso extraordinario, por tratarse de uno de los pocos enfrentamientos navales entre las potencias litigantes durante el desarrollo de la primera guerra mundial. Las escuadras se midieron en en una lucha sin cuartel, donde el obsoleto material a flote de los británicos resultó hundido con una considerable pérdida de vidas humanas.

En aquella época, Coronel era un puerto mayor donde recalaba la flota del Océano Pacífico. Faltaban aún algunos años para que el Canal de Panamá pusiera abrupto término a la bonanza del carbón de Coronel y su condición de puerto indispensable para el reabastecimiento del combustible para los barcos a vapor. A la sazón, era muy habitual la presencia de embarcaciones de distintas banderas, que al enfilar su rumbo en dirección del Estrecho de Magallanes tenían como recaladero el puerto de Coronel. Varios muelles carboneros permitían un rápido servicio a las naves surtas en la bahía y la aduana llevaba el control administrativo de la actividad portuaria. La ciudad de Coronel poseía todos los servicios necesarios, incluyendo luz eléctrica, modernización obra de un emprendedor de aquellos tiempos Don Pedro Juan Burgos, fundador de la Compañía Eléctrica de Coronel. Escuelas, Liceo y oficinas públicas completaban la infraestructura de la ciudad, junto a un pujante comercio.

Para entender el porqué del escenario elegido por la historia, debemos considerar la constitución del mundo de la época, donde las monarquías europeas vivían las últimas manifestaciones del colonialismo y los sueños imperiales. El Imperio Alemán tenía una serie de territorios coloniales diseminados por Africa, Asia y Oceanía. El Imperio Británico era tan vasto como el mundo, donde una gran y bien pertrechada flota dominaba, sin ningún contrapeso todos los mares del globo. Iniciada la Gran Guerra, Alemania hizo lo más sensato y replegó su flota al Mar del Norte y Báltico desde donde salió para enfrentar a los ingleses en Jutlandia en 1916, el resto del trabajo naval alemán será realizado con mayor éxito por los U-Boot, responsables de las mayores pérdidas sufridas por los aliados en el curso de la guerra.

La primera preocupación del alto mando alemán fue la situación de la escuadra que se encontraba en el puerto fortificado de Tsingtao, en China, adquirido por el Imperio Alemán en 1898. La flota alemana estaba amenazada por el bloqueo anglojaponés y por tal motivo se ordenó al Conde Maximilian von Spee, comandante del escuadrón, a abandonar su posición e iniciar su regreso a Europa. Poco antes de que el Japón entrara a la guerra, Spee zarpó sigilosamente con rumbo desconocido. La flotilla alemana estaba compuesta por los cruceros ligeros Leipzig, Emden, Nürnberg y Dresden, además de los cruceros pesados Scharnhorst y Gneisenau, estos últimos eran los mas modernos y mejor artillados. Fueron botados a la mar el año 1906, diseñados específicamente para el servicio colonial.

Graf von Spee diseñó una estrategia para desorientar a sus enemigos. Encomendó al Emden la misión de llevar a cabo una destructiva cacería por el Océano Índico, con el propósito de desviar la atención de la flota británica sobre su real localización. Así fue como el Emden realizó una fructífera correría de corsario hostigando la navegación mercante, por las aguas de Timor, Java, Sumatra, Calcuta, Rangún, Madrás, Colombo, hasta que en la cercanía de la Isla de Cocos fue desarbolado por el crucero australiano Sydney. El Emden hundió 17 barcos mercantes antes de su rendición. Mientras, la escuadra alemana se perdía en la inmensidad del Pacífico causando gran desconcierto y preocupación de la marina aliada que estaba ocupada en apoderarse del indefenso imperio colonial alemán.

Un enfrentamiento con la flota de Spee habría liquidado esas operaciones. Sin embargo, y pese a las precauciones de Spee, fueron avistados en las proximidades de Samoa, cosa que fue confirmada por el bombardeo de Papeete, Tahití. La información aseguró al almirantazgo inglés que Spee se dirigía hacia el Estrecho de Magallanes y que enfilaría por el Atlántico, transformándose en un serio peligro para la navegación mercante de esa zona del globo.

Los ingleses comisionaron al Contraalmirante Sir Christopher Cradock con un escuadrón de combate, en teoría, similar al alemán. Los barcos ingleses eran el crucero Good Hope, botado en 1899, con cañones anticuados y andar inferior al mas lento de los barcos enemigos. El Glasgow, crucero ligero que podía compararse con sus homólogos alemanes. El Monmouth, mas moderno que el Good Hope pero inferior en blindaje y artillería. Finalmente el Otranto, un barco sin blindaje y artillado para uso como explorador y mensajero. Las órdenes de Cradock eran muy simples y terminantes: "destruir los cruceros alemanes".

Sin esperar refuerzos, los barcos ingleses zarparon de Port Stanley en las Falklands, pasaron el Estrecho de Magallanes y remontaron hacia el norte por la costa chilena en busca de sus rivales. La inteligencia inglesa había informado que Graf von Spee había comprado carbón en Perú y Chile. Ambas flotas estaban muy cerca y Cradock tenía la ventaja de conocer, en parte, los movimientos de los alemanes. Al caer la tarde del primero de noviembre de 1914, las fuerzas navales se encontraron frente a frente. En un principio ambos contendientes creyeron que habían avistado a un barco, pero pronto se dieron cuenta de las capacidades envueltas en el enfrentamiento. Cradock formó una línea de combate y trató de colocar sus fuerzas entre los alemanes y la costa. A esas alturas de la tarde, las naves podrían confundirse con la costa y a la vez permitía que los barcos alemanes quedaran expuestos a los rayos del sol, que perfilaba magníficos blancos para sus cañones. Sin embargo, Maximilian von Spee adivinó la maniobra y aprovechando el mayor andar de sus naves, viró a babor consiguiendo exactamente lo que Cradock quería para sí. De esa forma los buques ingleses resaltaban sus siluetas en el horizonte como blancos perfectos para los sobresalientes artilleros alemanes.

Con mar picada, el sol poniéndose, a eso de las siete de tarde Spee inició el ataque y abrió fuego desde una distancia de 10 kilómetros. Rápidamente los artilleros del Scharnhorst horquillaron al Good Hope. En cinco minutos silenciaron las baterías principales del barco insignia inglés. A las siete y media, el Monmouth, haciendo mucha agua, se escoraba de proa y su popa estaba en llamas. Mientras, el Otranto y Glasgow, que eran atacados por los cruceros ligeros alemanes escaparon hacia el sur. Cerca de las ocho el Good Hope estalló en una gran explosión, posiblemente dado de lleno en la santabárbara. A eso de las nueve, ya a oscuras, el Monmouth, que apenas se mantenía a flote, rechazó una invitación a rendirse, siendo echado a pique por el Nürnberg. En una oscuridad total, no hubo oportunidad de recoger sobrevivientes y las heladas aguas del Pacífico, en poco tiempo cobraron las vidas de los marineros ingleses.


Maximilian von Spee o Graf von Spee. 1861-1914, uno de los distinguidos almirantes alemanes. Como jefe de la escuadra alemana en asia oriental, guió sus barcos por el Pacífico para atacar rutas comerciales inglesas en América del Sur. Después de derrotar a la flota inglesa en Coronel, sus barcos fueron perseguidos en las Islas Falklands y hundidos el 8 de diciembre de 1914. Se hundió junto a su tripulación en el Scharhorst.


Sir Christopher Cradock. 1862-1914, Almirante inglés. Se distinguió en el ataque a los fuertes de Taku. (1900), ascendió a almirante 1910. Comandó la flota que enfrentó a los alemanes en la Batalla de Coronel (1914). Se hundió junto a su barco insignia, el Good Hope.