Desde entonces, las armas del futuro, están a la vuelta de la esquina. Algunas en estado de prueba y otras en uso: la ciencia ficción aquí y ahora. Como si los sueños literarios se plasmaran en realidad cada cierto tiempo. Julio Verne concibió al “Nautilus”, y aquellos barcos capaces de viajar por meses bajo el agua son hoy una temible realidad y con la posibilidad de pasar inadvertidos para colocar con precisión matemática un misil nuclear en un blanco estratégico.
Así estamos.
Pareciera que no habrá descanso ni festividades de año nuevo para los litigantes de Gaza. Están en aquél juego de tu me tiras una bomba y yo te tiro 100. Mientras, los tanques aguardan una simple instrucción para avanzar sobre la ciudad de Gaza, cubil de Hamas. Me pregunto si las guerras del pasado, en ese mismo ámbito geográfico dejan alguna enseñanza.
http://millalonco.blogspot.com/2008/09/5000-aos-de-trfico-humano-en-90.html
Si bien las hostilidades del pasado tenían como principal ingrediente la conquista territorial, propia de los grandes imperios de la antigüedad, con la llegada del Islamismo las guerras se hicieron religiosas. Las Cruzadas tenían como principal objetivo la recuperación para la cristiandad de la ciudad santa de Jerusalén, la que tras muchos años de dominación musulmana terminó por transformarse aún en más santa, esta vez para la fe de Mahoma. Mientras duraron las cruzadas hubo un implacable enfrentamiento religioso, pero no exento de intercambios culturales de uno y otro lado. La Europa post cruzadas posibilitó la evolución de las sociedades medievales hacia nuevas formas de comprender el mundo, muchas veces gracias al legado de los antiguos griegos y romanos cuyos textos fueron atesorados por la cultura del Islam y luego retransferidos al mundo cristiano. Tal descubrimiento aceleró el surgimiento de las ideas, la invención, la maestría y aplicación de ese legado extraviado tras la caída del Imperio Romano. Se dio la paradoja de que quién guardó y trasladó esos conocimientos, se fue quedando atrás del mundo real mientras se sumergía en la contemplación de una vida apegada al pie de la letra del Corán y sus sucesivas interpretaciones.
El actual escenario, la cuna del pueblo hebreo, hoy un misceláneo caleidoscopio de pueblos: retazos de todo lo que ha pasado por esas tierras, nos muestran a un país de reciente creación y que en corto plazo le ha ganado al desierto tantas riquezas que brilla como una gema entre los andrajos de las otras culturas. Lo han conseguido con gran esfuerzo y especialmente sin dormir, por cuanto el ligero descanso de los israelitas es arma en mano, con los oídos prestos y los ojos abiertos a cualquier agresión artera, y los cohetes lo son, y los fanáticos envueltos en dinamita también.
La lucha entre Palestinos e Israelitas no es por las tierras ni por lo que contienen, que a todas luces son reliquias arqueológicas y mucha, muchísima arena. No. La lucha es religiosa y por sus características no tiene visos de desaparecer. Ha durado siglos, y nada nos impide pensar que puedan durar otros tantos más.
Si algo nos enseña la historia, es que los pueblos más tecnológicamente avanzados y económicamente desarrollados terminan por influir más allá de sus fronteras. En el pasado esa influencia traía aparejada la integración territorial de esas culturas que terminaban por ser absorbidas completamente. En tiempos recientes, Israel en las guerras de corta duración contra sus hostiles adversarios, tomó el control de extensas áreas como por ejemplo las alturas del Golam, el Sinaí, e incluso la Franja de Gaza. El vaivén de gobiernos proclives a un entendimiento con el enemigo en la búsqueda de una evasiva paz, permitió la restitución de esas tierras. Sin embargo, en el caso de Gaza, tal táctica ha demostrado ser errada ya que ha recrudecido la actividad del terrorismo de Hamas.
Los días que vienen nos dirán lo que ocurra, eso será, hasta que llegue Obama. Mientras tanto, a río revuelto…