sábado, 27 de septiembre de 2008

El Chinchorrero


Era la última escala de la producción carbonífera. Ejercía la más humilde, frágil, esforzada y deshumanizada tarea que estaba reservada a los desposeídos de todo. Eran los hijos del hambre, de la miseria cotidiana, donde huérfanos y abandonados de los regalos de la vida, expiaban los pecados sociales de la comunidad minera. Parte del paisaje en esta tierra de contrastes, cuando no se tenía nada como no fuese un estómago vacío, haciendo líneas junto a la costa ahí estaba el chinchorrero, quién por largas horas le peleaba al mar y sus mareas, los cascajos negros, que uno a uno hacían aumentar magros montones oscuros en las playas.

Recogían el carbón liberado de las toscas, esas rocas desechadas por la producción industrial que desde su apilamiento iban a dar al mar. Allí, la acción incesante de las mareas soltaban esas pequeñas piedras, que por gravedad y consistencia tendían a acercarse a las orillas de las playas donde se embancaban. Las más de las veces, los vientos reinantes cambiaban de lugar los veneros y con ello aumentaba el esfuerzo de los chinchorreros que debían alargar horas de trabajo para obtener un día provechoso.

El nombre de chinchorreros proviene de el instrumento empleado para capturar el carbón lavado: El Chinchorro.

Coronel 1889


Medalla al Valor


LIGA MARITIMA DE CHILE

Medalla de Plata Oxidada " AL VALOR"

Instituida para galardonar a quién, en un acto debidamente calificado y con riesgo de su propia vida, haya salvado a un semejante en el mar, lago o río.
Esta condecoración tuvo su origen en las medallas concedidas por salvamento de tripulaciones de navíos en peligro de zozobrar, siendo otorgada la primera de ellas a la tripulación del vapor nacional "Alfonso" que rescató a la dotación de la barca alemana "Pinnas" en las proximidades del Cabo de Hornos, el año1929.



2003
Bernardo Zenteno Freire
Salvavidas
Rescate de dos personas que se encontraban nadando en lugar no habilitado en el sector de Caleta Maule, Coronel, con pésimas condiciones de mar que, a la postre, provocaron el deceso de una de ellas.

Coronel, Ciudad del Mar Océano



El problema con Coronel, es que no nos creemos el cuento. No idealizamos su futuro bajo la bruma de nuestros quehaceres diarios y la pesada carga sicológica del desempleado, sempiterno cliente de las mayorías políticas. El coronelino medio, en su diario vivir, no ve más allá de lo que el entorno le ofrece. Falto de expectativas y resignado a catar lo mismo de siempre, tampoco alienta otros deseos y menos aún, probar la jugosa fruta del cambio electoral, no sea cosa que se le vaya a meter el demonio de la derecha por entre los dientes. Es el miedo a ver las cosas desde la otra orilla y perder para siempre los paradigmas que forjaron su actual adversidad.

El principal ingrediente del problema es la politización ideológica. Desde su misma existencia la ciudad ha crecido con ello y ha sido como la levadura necesaria para ilustrar a tanta mente ávida de capturar libertad y beneficios sociales a los que el oficio obligaba. Todo giraba en torno al carbón y la autoridad. Al principio un patrón, señorón del siglo XIX, pequeño reyezuelo dueño del destino y vidas de todos cuantos poblaban su territorio, con su moneda propia, la ficha salario. Trajeron orden, civilidad, trabajo y riqueza, la que pasó por estas tierras y luego se fue muy lejos. El gigantesco sitio eriazo que era Coronel se llenó de inmigrantes, primero los campesinos que se transforman en mineros, y luego los comerciantes, profesionales extranjeros, funcionarios públicos, policías y tantos otros oficios que ayudaron a conformar la ciudad. Luego de los patrones vinieron los administradores, capataces y mayordomos, todos tomaron algo del antiguo poder ejercido y desde luego abusaron de tal poder. El pueblo terminó por identificar al poder con la empresa. A esas alturas Coronel tenía 10.000 habitantes y posiblemente ningún cesante.

A mediados del siglo XX nada era igual. El mundo había cambiado para siempre. Dos guerras mundiales entre medio y otras tantas por servir en busca de identidades nacionales y recursos estratégicos. El carbón es reemplazado por el petróleo. Se abre el Canal del Panamá y no es necesario cruzar por las procelosas aguas de Magallanes. Coronel pierde categoría y se transforma en una pequeña ciudad minera con muchos problemas sociales, ahora a cargo del gobierno de turno.

Hubo otras empresas en la ciudad, todas de corta existencia. Balleneras, fundiciones de minerales, fábricas de velas de sebo, de vidrios, de cerveza, de parafina. ¿Por qué no prosperaron? Creo que por la politización ideológica y esta afirmación la legitimo con una anécdota. Al producirse el terremoto de 1960, los mineros de Lota y Coronel estaban en huelga. En aquél entonces gobernaba Jorge Alessandri Rodríguez. Todos saben que medio país quedó en ruinas e incomunicado al inicio del invierno. Pues bien, los mineros no terminaron su huelga ni se plegaron para ayudar a su país frente a tamaña emergencia nacional. Prefirieron obedecer las órdenes del comunismo soviético y servir los propósitos políticos de una potencia extranjera.

En los setentas el carbón ya está controlado por el estado. Sin ninguna inversión ni prospecciones de interés, la vida del minero de Lota y Coronel, corre por cuenta del erario nacional, siempre exiguo y esquivo. Es la era de la efervescencia revolucionaria, de líderes locales buscando parecerse al Ché, Fidel, y otras figuras internacionales. Se inicia la siembra en terreno fértil y abonado que bien regado de la pirotecnia de discursos sobre revoluciones en ciernes produce su mejor cosecha: proletariado combatiente contra la burguesía. El resto y sus consecuencias lo sabemos todos.

Los militares comprenden muy bien el valor estratégico de la energía. Siendo el carbón un recurso natural no cambió nada en la zona, se siguió produciendo dentro de las posibilidades que daba mantener una industria no rentable, a costo de todos los chilenos. En ningún momento pensaron en cerrar las minas.

Y aquí viene el gran salto de Coronel. Su mirada al mar, muy resistida por la izquierda dura a fines del 80, la llegada de las pesqueras, su consolidación y la próxima refundación de las empresas pesqueras que vendrán desde Talcahuano más su condición de puerto mayor como parte de la gran base portuaria que es la región, traen como consecuencia un aumento explosivo de la población. De 20.000 habitantes llega a 90.000 en unos pocos años, lo que incide en la calidad de vida de la ciudad que presiona por los recursos disponibles.

La industria instalada, harto distinta a la del carbón, requiere de especialistas. Por ahí está la falla que genera la gran cesantía, parte importante de nuestra gente no está calificada para cierto tipo de trabajos. Las tomas poblacionales de los ochentas y noventas cobran su cuenta a los mismos gestores que las impulsaron, quienes, muy complicados, no saben como solucionar este crecimiento inorgánico de un cuerpo social falto de todo. Recién el nuevo plano regulador de la comuna muestra otras áreas de desarrollo, donde no podrán faltar los servicios básicos para vivir en una ciudad. En corto plazo pudiéramos llegar a 120.000 habitantes, así de simple. Ese es nuestro Coronel de hoy.

Ese es el cuento. De puerto productor de carbón a puerto mayor del pacífico sur para toda la Oceanía y Asia. Por aquí deberá pasar parte de la riqueza de Chile y América en busca de los grandes mercados del oriente. En buena medida productos básicos y a granel, pero nada impide que aguzando el ingenio los enviemos a pedido de boca, elaborados, listos para su consumo final. Con las maderas algo de eso ocurre.

¿Se habrá preguntado alguien el por qué no se producen truchas en Coronel, si aquí hay tanta harina de pescado, e incluso fábricas de alimento para peces? ¿Es tan difícil cambiar ese esquema y en vez de enviar sacos de harina mejor enviamos peces frescos y congelados? Todo eso requiere de agua, la que tenemos en abundancia. Con ello no sólo se pueden producir peces sino una gran variedad de alimentos a base de proteínas. El problema es que nadie o muy pocos saben como hacer eso, lo que tiene solución, pero también los capitales desconfían de los lugares con intensa politización ideológica, ante lo cual nadie mete las manos al fuego y menos los pesos.

El antipoeta Nicanor Parra resume nuestro drama local y nacional: La derecha e izquierda unidas, jamás serán vencidas.

Ah! Lo de Millalonco, en la lengua mapuche el vocablo significa “cabeza de oro” y es que soy rubio. Siento gran respeto por nuestros pueblos originarios y creo que gran parte de los chilenos tenemos una carga genética que nos hace distintos a nuestros congéneres de América. Estoy seguro que llevo una importante parte de sangre araucana en mis venas lo que me llena de orgullo, y efectivamente me he modernizado ya que la lanza que esgrimo hoy llegará justo al lugar que quiero, esta vez por la Internet.

El Mar que nos Rodea

Tempestuoso Océano Pacífico del Sur. Límite Oeste de este accidente geográfico llamado Chile. Costas abiertas al constante alabeo de mareas, vientos y olas, que a veces, cuando el período geológico entre tremor de placas lo advierte, son gigantescas lenguas que ramonean islas, bahías y toda la tierra que puedan alcanzar en su inercia.


Costa del Pacífico, a 37º 01’ latitud sur y 73º 10’ longitud oeste, Coronel, Maule.

Si los conchales esparcidos por las inmediaciones del Estero Boca Maule, son antiguos o no, no cabe duda que son antiguos. Parecen pertenecer a los primeros pobladores de este sector. Latcham hubiera dicho que corresponden a un asentamiento “chango”, y le habría extrañado su tan meridional posición. Hoy en día es mejor hablar de indios pescadores. Pero llama la atención que en los conchales más meteorizados no exista trazas de cerámica, sólo puntas líticas de pequeñas flechas destinadas a una caza de reducido tamaño, todo ello junto a espinas de pescado, caparazones de mariscos y uno que otro hueso de mamíferos marinos. Se hubiera sabido más, de no ser porque hace unos años, un vecino de la población de Maule, al hacer una excavación se topó con restos humanos. Temeroso de ser víctima de una repentina popularidad, decidió retirar los restos y hacerlos desaparecer como si nunca hubiera ocurrido nada. Se perdió una magnífica oportunidad de conocer al primer hombre de Maule. Lo sé de primera fuente, me lo confesó el perpetrador.

Algo pasó que esos pescadores mariscadores desaparecieron. Otro grupo humano los reemplazó y se ubicó al abrigo del mar sobre los 30 metros de altura. ¿De nuevo lo telúrico? Estos tienen cerámica. Pero no tienen historia. La historia les llega repentinamente y sobre aviso de unos individuos que montaban guanacos centelleantes de luces y que venían desde el norte. Una mañana, de súbito vieron unas montañas flotantes, que erizadas de velas al viento recorrían la costa. Eran la “Santiaguillo” y el “San Pedro”, que por primera vez reconocían las costas al sur del Bío Bío.

Cerca de aquí estaba la “Ruta del Conquistador”. Se habrá oído el paso de Valdivia y los suyos cuando marchaban hacia su último destino: Tucapel. Y también el paso de Alonso de Villagra y sus huestes buscando a Lautaro para castigar la muerte del Gobernador. Por ahí mismo habrán regresado vencidos y acosados por los araucanos, y libres del peso de arcabuces, lanzas, espadas, 6 cañones y sus parapetos, que habrán sido motivo de profunda extrañeza entre los naturales del porqué, cómo, y otras tantas preguntas que nunca supieron responder, para beneficio inesperado de la conquista española.

Por aquí circularon los “indios amigos”, que en tiempos de paz eran la membrana permeable por donde se comunicaban estas culturas. El mestizaje en ebullición. La formación de la raza chilena de este lado.

Finalmente por 1612, se empieza a hablar de Coronel. Probablemente el “indio amigo” dominante, un ulmén, vestía los arreos de un coronel de ejército español. Del coronel no se sabe nada, pero hay noticias de naufragios donde miriñaques, vestidos y sombreros fueron la delicia de los naturales costeros, que como nunca habrán apreciado la riqueza que podía venir de ese mar bravío y mortal, pero generoso con los rapiñadores, puestos al día en lo que a moda se refiere.

El Mono Pescador

"Cierto día un mono negro estaba pescando en el río, cerca de su casa. Había pescado ya cuatro cunchis o bagres. Un tigre se le acercó, le olió, le hizo caricias y le dijo: -Sobrino, déjame el anzuelo que yo voy a pescar. El mono le dijo: -Tío, no me fastidies, déjame pescar. El tigre seguía fastidiando al mono. Y el mono, enfadado, le prestó el anzuelo.El tigre echaba el anzuelo, pero los peces no picaban. El tigre se irritó. Entonces el mono le dijo: -Tío, tus manos huelen mal, por eso no puedes pescar.Volvió a pescar el mono y cogió ocho peces. El tigre le dijo al mono: -Yo quiero comer pescado y si no me dás pescado te comeré a tí.El mono, temeroso, se puso a cocinar el pescado. El tigre estaba junto a él. Cuando el pescado estuvo cocinado, el dijo el mono: -Tío, primero voy a comer yo y después comerás tú. El tigre aceptó la propuesta.El mono tapó la olla con una piedra y, llevándosela, se subió a un árbol a comer. El tigre le dijo: -¿Por qué te subes al árbol?. El mono le contestó: -Porque mi casa es el árbol y aquí como siempre.Mientras comía el mono, el tigre esperaba debajo del árbol. El mono dijo al tigre: - Tío, tengo una lisa. Abre tu boca y cierra los ojos que voy a tirar la lisa a tu boca. El tigre abrió la boca y cerró los ojos. El mono le tiró la piedra y le rompió todos los dientes.El tigre se enfureció. Subió al árbol. El mono huyó y el tigre se fue en su seguimiento. Después de mucho correr, el tigre alcanzó al mono y se lo tragó sin masticarlo.El mono llevaba en su mano un cuchillito. Con él se abría camino dentro del cuerpo del tigre para salir. El tigre enfermó. Los demás tigres lo curaban. Pero un día el mono logró salir, y dijo, riendo, al tigre. -Tío, ¿ves cómo no puedes comerme?. El tigre se asombró al ver de nuevo al mono. El mono huyó por sobre los árboles. El tigre no lo persiguió más".

Cuento de los indios Piros, que viven en el Bajo Urubamba en la selva peruana.

Saliendo a la Mar, Maule, Coronel