miércoles, 29 de febrero de 2012

La Democracia Chilena ¿Está Enferma?

Paradojas de la historia chilena. Nunca antes el país había tenido el crecimiento actual, el acceso a los bienes de consumo, a la libertad individual, a una administración pública ordenada y libre de la corrupción que tanto atrasa a otros países, vamos con un paso redoblado en la reconstrucción de las zonas afectadas por el megasismo de febrero de 2011, sin embargo, un malestar continuo, a veces completamente desubicado como muestra la fotografía, donde un compatriota pide la anexión de Aysén a la República Argentina, se extiende de tanto en tanto por la población menos favorecida por el progreso material que se aprecia entre unos pocos. Mientras, a modo de isla en este mundo, en tanto el resto de la economía mundial se encrispa y empeora, los chilenos gozamos de un período de bonanza general, como nunca la habíamos vivido anteriormente.

Podríamos resumir estas inquietudes en una frase: ¡Todos queremos más!

Pareciera que nuestra actual crisis tiene que ver con el crecimiento y la movilidad social.  El esfuerzo de los emprendedores se refleja en nuevos puestos de trabajo, mayor riqueza y la multiplicación del área de los servicios. El empleo, si bien mantiene en las regiones una precariedad estacional, no falta, y son muchos los cesantes que han engrosado la lista de los asalariados. Capítulo aparte son los planes de empleo social PMU, con trabajadores de pocas horas, improductivos, sin deseos de encontrar un mejor porvenir laboral, satisfechos en hacer lo menos posible, pidiendo el máximo de lo posible. Sin embargo, aún hay secuelas de lo que significó la llegada de una oleada de créditos ofrecidos por las tiendas del retail, ya que la población, reacia al ahorro prefirió las mieles amargas del pago diferido, hipotecando sus ingresos mes a mes en una nueva forma de lo que fue cambiar su trabajo por la ficha salario, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

Ese endeudamiento crónico voluntario se ha transformado en una forma de vida donde el chileno medio arrastra su yugo cual buey la carreta de sus compromisos mensuales. La vida se hace plana, con pocos horizontes placenteros, las aspiraciones nacen muertas apenas se imaginan. Es lógico que en una sociedad tan llena de compromisos reine la insatisfacción. Por otro lado, un país con una masa ciudadana que no gusta de la clase enriquecida ve con malos ojos el crecimiento de los mejor posicionados, pero tampoco aquilatan el valor del emprendimiento y las tremendas dificultades y fracasos que sufren los aventureros antes de cosechar el éxito.

No faltan las protestas por el uso de los recursos naturales. Se pide mantener intactos paisajes aislados de territorios inmensos abiertos a la colonización, con enorme potencial de desarrollo, bajo la premisa de contaminar el medio ambiente postergando la explotación de una fuente energética de principal importancia para los próximos años. De hecho, podemos quedar sin la suficiente energía eléctrica para continuar nuestro crecimiento como país, pero nadie de quienes se oponen da con otra solución como no sea apostar por tecnologías que son ineficientes, caras, de mayor invasión ambiental. La energía más limpia es la hidroeléctrica. Intereses cruzados desinforman a la población. Quisiera ver a un ambientalista cargando su celular con la energía producida por un Hamster, al que debe alimentar y cuidar todos los días, y que saque cuentas si las semillas consumidas por microwatt obtenido y su tiempo desperdiciado valen la pena.

El sistema político sujeto a una Constitución inteligente y con pocas lagunas que puedan afectar las ideologías vigentes, permite el funcionamiento regular de los poderes e instituciones del Estado. Algunos quisieran modificar la carta fundamental cargando tintas a una forma menos presidencialista y más parlamentaria. Tal instancia proviene de los partidos mismos, que ven afectada su preeminecia sobre materias que escapan a la labor legislativa de sus diputados y senadores, mostrando impudiciamente el deseo de acumular más poder político. Tales premisas provienen de los partidos que teniendo representación parlamentaria, ven afectadas sus bases electorales las que están disminuyendo su apoyo a un centro político poco pragmático y ajeno al sentir popular de obtener bienestar general en el país.

El Gobierno, de derecha, sujeto a  las nuevas condiciones que dejó el megasismo en la zona central del país, con mayor población y alta productividad, debió dirigir sus esfuerzos a la reconstrucción, tarea que le llevará todo el tiempo que dure el mandato del presidente Piñera. Dejando de lado, en buena parte, el programa de gobierno, ha debido concentrarse en resolver problemas heredados desde los gobiernos de la Concertación los que no tienen solución inmediata, siendo algunos de tal envergadura como la Educación, donde pasarán varios años antes que podamos darnos por satisfechos de los resultados. Otros, como la regionalización, deben tener la voluntad política parlamentaria, lo que implica la negociación de las posibilidades electorales de cada uno de los actores en disputa por los cargos políticos de elección directa a definir. La derecha cree firmemente que el sistema binominal debe mantenerse, aceptando modificaciones menores al modelo.

La izquierda y la Concertación, que perdieron la votación de un electorado crítico a la gestión de esos gobiernos, ha tenido un desempeño incierto, con pocas luces dirigenciales y un afán de obstrucción permanente al Gobierno. No hay figuras descollantes ni en valor e inteligencia política, más bien está llena de viejos decrépitos y otros menos viejos, vitalicios, repetidos a la saciedad, camino al panteón de la historia. Esto se refleja en las masivas protestas de los disconformes, ya que no hay ligazón entre ellos y las cúpulas de los partidos políticos, salvo la figuración oportuna del partido Comunista que tiene base en la dirigencia de los gremios y grupos cuasi-anarquistas de filiación marxista. Pero ese partido por sí sólo no puede sostener una lucha ideológica, porque la protesta no es ideológica, la protesta es por mayor equidad, bienestar, seguridad, ingresos, en suma es una protesta económica y social.

El pueblo chileno confió en los gobiernos de la Concertación por un asunto de ADN ideológico. La población siempre ha sentido admiración por las imágenes de Balmaceda, Martí, Bolívar, Carrera, Fidel Castro, el Ché Guevara, Salvador Allende, todas figuras cercanas al mundo popular y que debidamente alimentadas por las ideologías de izquierda dieron pie a la fantasía de crear un mundo mejor al de sus antepasados: obreros, campesinos, mineros, artesanos, artistas, empleados y dependientes, proletarios todos. Sin embargo, derrumbado por el peso de la realidad y de la libertad económica y social, el viejo mundo de los socialismos es el mundo de los dinosaurios. El premier de China lo dijo todo: No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones. Ahí está China, camino a ser gran potencia económica mundial, con muchos millonarios hoy y muchos más mañana, que creo no tienen ningún perfil comunista, se dedican exclusivamente a cazar ratones de oro. Eso lo percibe el chileno medio, sabe que la izquierda administra malamente pobreza, pero no produce riquezas. Ante una Concertación desanimada, el chileno de la calle se siente desamparado y también libre de toda presión ideológica, grita por sus problemas personales y colectivos y lo hace con fuerza y honestidad: ¡Todos queremos más!

En resumen, población endeudada al retail, prácticamente esclavos; con la brújula perdida en la orientación política, nadie los representa, quizás el más gritón y quién tira mejor la pintura a los policías; desinformación crónica de parte de los medios populares que sirven intereses inconfesables, porque nuestra prensa en general es banal, bananera y sesgada. Resultado: inconformes de todo y por todo.

La democracia chilena no está enferma, el país tampoco, los endeudados sin remedio y horizontes si están enfermos, pero en mayor grado es la política miope, de conveniencia corporativa y obstructiva la que está enferma.


Otra mirada:
http://dilemasdeunadolescente.blogspot.com/2011/07/la-democracia-enferma-de-chile-el.html