Divina Comedia: Dudu, Li Tiezi y Zhang An.
Fue en una de estas ocasiones que don ..., aflijido de la poca prosperidad en sus negocios, recibió la visita de tan ilustre caballero. El Diablo le ofreció todo el oro que relucía de su traje, en sus zapatos de charol, en los arneses de su caballos. Don ... no encontraba dónde pararse de alegría por tanta riqueza, que le llegaba no sabía si del cielo, del infierno o de la tierra. Total no le importaba.
-Todas las noches -le dijo en Diablo con autoridad- tienes que invocarme al verme pasar. Tienes que decir: "El Diablo es mi patrono, el Diablo es mi destino". Porque si transcurre más de una noche sin hacerlo, de seguro que tu vida volverá a ser tan miserable y pobre como antes.
-Así lo haré, no tenga cuidado, que soy un hombre agradecido - le respondió don ..., haciéndole una reverencia que llegó a emocionar al "Patas de Hilo".
De la noche a la mañana se hizo rico don ... Ahora es dueño de todo lo de la zona y recibe cosechas de los campos vecinos. Por eso la gente dice casi con envidia:
-Y pensar que andaba con las tiras colgando. Si lo hubieran visto lo preocupado que andaba de su destino sin remedio. Ni San Sebastián le escuchaba sus ruegos.
-Apostaría mi cabeza a que el diente de oro que luce se lo puso también el Satanás. Cómo brilla en su sonrisa redondeada.
Cuando sienten a medianoche el lento paso del carruaje por la calle, estas mismas gentes, haciendo la señal de la cruz con los dedos de sus manos, dicen:
-Ahí va el Diablo a ver a Don ...
Y don ..., a su vez, repite con respetuoso recogimiento y fervor:
-El Diablo es mi patrono..., el Diablo es mi destino.
(Tomado en préstamo a Jaime Quezada).
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