El sol, nuestra más cercana estrella, es una de las innumerables existentes en el universo.
Pienso que ninguno de nosotros, como seres humanos que somos, ha dejado de sentir curiosidad por las cosas que nos rodean. Sea al oír o mirar, continuamente nos hacemos preguntas por las cosas. Para nuestros antecesores, los primeros humanos en cualquier estadio evolutivo de su existencia, la visión de los fenómenos celestes bajo una noche estrellada habrá causado muchas preguntas, las que fueron teniendo respuestas según el grado de comprensión que los hombres alcanzaron gracias a la experiencia y la investigación, amén de una gran dosis de imaginación. El hombre vio a otros hombres, aves, monos, peces y todo tipo de animales en el cielo. Después fueron dioses y seductoras leyendas transmitidas de hoguera en hoguera bajo un cielo repleto de estrellas. Los caminos escritos en los cielos por la imaginación del hombre, son los mejores frutos de las artes humanas. Hoy adquieren nuevos significados bajo el lenguaje de los números y las mediciones de tecnificados sensores que escuchan la gran sinfonía del universo. Esa que vemos bajo los cielos claros de verano. A ojo desnudo la noche nos derrama con las luces antiguas de la vía láctea.
La próxima noche estrellada en que Ud. eleve su rostro al cielo y mire entre las constelaciones que dibujan los caminos del espacio, quizá encontrará su estrella, una luz antigua que viene desde muy lejos, y ella le dirá en su enigmático parpadear que Ud. no sólo es parte de la tierra.
Hoy se piensa que originalmente sólo existió hidrógeno y helio en el universo y que todos los demás elementos se han formado al interior de esos reactores nucleares que son las estrellas; ese material se ha continuado reciclando, en forma de nuevas generaciones estelares y planetas. En estas condiciones, los átomos de oxígeno, carbono, nitrógeno, y tantos otros elementos que componen las estructuras orgánicas vivas, y por supuesto los de nuestros propios cuerpos como humanos y seres vivos que somos, alguna vez formaron parte del ardiente interior de una estrella que cumplió su ciclo vital y estalló repartiendo el mañana para la formación de la vida. Podemos afirmar y muy justificadamente, que el hombre y todo cuanto hoy nos rodea, absolutamente todo, está construido con el polvo de las estrellas. ¡Somos polvo de estrellas!
¿Ya encontró la suya?
Seguramente también Ud. se hará las mismas preguntas de todos los hombres de todos los tiempos. Tenemos certezas, eso nos hace fuertes, pero esas mismas certezas nos llevan a nuevas preguntas según los signos de nuestro breve transitar por este pequeño punto del enorme universo.
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